El Gran Olvido y el sueño del peumo

Artículo escrito por Ronald Sistek de Co Consulting.

“Todo se hunde en la niebla del olvido,
pero cuando la niebla se despeja,
el olvido está lleno de memoria”
Mario Benedetti

Una y otra vez me pasa que aparece algún participante de una organización alrededor de un proyecto regenerativo y me sorprendo de la capacidad de recordar que tienen…. recordar desde dónde venimos y en qué momento se generó lo que algunos llaman El Gran Olvido.

Daniel Quinn usó la expresión de El Gran Olvido en sus libros Ismael y The Story of B para describir el fenómeno de una cultura conquistadora que elimina y a la vez olvida la riqueza de los orígenes de su cultura. Es un fenómeno que tiene una data de unos 10.000 años y coincide con un proceso que ha durado miles de años también: el paso de ser cazadores y recolectores a ser agricultores intensos, desarrollando una nueva manera de estar en el mundo. Comenzó en oriente medio en las desembocaduras de los ríos, cuyas inundaciones estacionales permitían que el suelo se regenerara solo, apareciendo la acumulación de grano, el aumento demográfico y la explosión geográfica. Fue el estímulo que culminó con la creencia de que esta era la manera natural de convivir del ser humano. Se desarrolló entonces, una cultura que en unas cuantas generaciones construyó El Gran Olvido de que conformábamos tribalmente múltiples culturas locales, que teníamos una manera de relacionarnos con nuestro ecosistema sin separación, que la experiencia colaborativa era la que hacía que estas culturas permanecieran durante decenas de miles de años bajo un juego donde ganaban los individuos, la comunidad y la naturaleza.

Desde historiadores, filósofos y teólogos de civilizaciones como los babilonios, asirios, sumerios, chinos y egipcios, pasando por los autores hebreos de la Biblia hasta los pensadores occidentales como Sócrates, Platón y Aristóteles, todos han sido tejedores del Gran Olvido. Cómo podemos reinterpretar fenómenos históricos como el del aparecer de la agricultura desde una perspectiva cognitiva y no solo desde la reduccionista metáfora militar o de la conquista? Como sugiere Jeremy Lent en su libro The Patterning Instinct: la cultura forma valores y esos valores forman la historia. En otras palabras, cuando se habla de la recuperación de culturas locales, que valores estamos comenzando a recordar que nos ayudan a recuperar la confianza para jugar a otro juego distinto al que estamos jugando? Que capacidades perdimos con El Gran Olvido? Qué modelos mentales y visiones del mundo nos están limitando de poder recordar?

La biología evolutiva habla del ser humano como nicho cognitivo, que desarrolló capacidades para cooperar con otros y descubrir colectivamente como enfrentar distintos contextos. El aspecto social de la evolución humana pre agrícola, ha hecho argumentar a algunos investigadores que este nicho humano debería llamarse nicho cultural. Lent comenta: “de este nicho cognitivo, la cultura humana emergió como un conjunto de símbolos y prácticas compartidas que unen a un grupo y es traspasado de una generación a otra. Y aquí tenemos un nuevo bucle de retroalimentación que considerar: en un proceso conocido como coevolución genético-cultural, la cultura ha dado forma al nicho humano tan profundamente, que ha causado cambios a nivel de genoma humano, afectando el devenir de la evolución humana.” La relevancia de esto es alta y abre dos preguntas claves: qué símbolos y prácticas son necesarias para conservar la conexión con la colaboración y con el mundo natural? Cómo reconectar con las prácticas cooperativas para enfrentar distintos contextos en nuestros tiempos de complejidad en aumento?

Lo Regenerativo y El Gran Olvido 

Los patrones degenerativos que aparecieron en el proceso del Gran Olvido los podemos resumir en tres dimensiones de un mismo fenómeno: la percepción de separación con el mundo natural, el miedo como comportamiento subyacente a las estructuras jerárquicas emergentes y la supresión de lo femenino como corolario de las dos anteriores. Estos patrones que aparecieron hace unos 10mil años nos siguen acompañando en nuestra cultura occidental? Somos conscientes de la antigüedad del daño producto de estos patrones degenerativos?

La percepción de separación de uno con la naturaleza, derivó en nuestras dinámicas relacionales en la separación de nosotros con el otro y de nuestra separación de nosotros con nosotros mismos, en un proceso que se aceleró en los últimos siglos. Como diría Thomas Berry: “La imposibilidad del hombre para entender el cambio de consciencia (de lo que significa ver el universo como una irreversible secuencia de transformaciones y no como elementos estáticos) y su correspondiente fracaso para integrar las tecnologías humanas con las del mundo natural, son tal vez las causas más profundas de la situación tan perturbada en la que se encuentra el planeta en estos días”. El aumento en la complejidad, volatilidad, ambigüedad, incertidumbre y nuestra lenta capacidad de adaptación a esa realidad, han hecho profundizar estas percepciones de separación.

Las estructuras jerárquicas que comenzaron hace unos diez mil años, comandadas por sacerdotes, luego soldados, luego faraones, luego comerciantes como cúpula superior construyeron aceleradamente una situación de poder/sobre que nos acompaña hasta hoy. La observamos en sus variadas nuevas maneras de ejercer comando y control en nuestras organizaciones, núcleos familiares, culturas locales y como expresión global. Esta es una de las bases de la construcción del miedo como campo social subyacente para el funcionamiento de las jerarquías.

La supresión de lo femenino fue parte de esta reestructuración del poder y de una necesidad que hizo florecer una cultura patriarcal, que modificó hasta la manera de hablar, el tono de voz, la presencia y las palabras de nuestra cultura occidental. Hemos llegado a confundir este fenómeno con una lucha de género, la cual es una manifestación de la necesidad de resignificar el equilibrio entre lo masculino y lo femenino.

En la búsqueda de una nueva narrativa para recomponer la profundidad del daño generado por los patrones desarrollados en ese primer Gran Cambio paradigmático que representó el paso de ser cazadores recolectores a agricultores conviviendo en grandes asentamientos humanos, aparecen nuevos conceptos a considerar, que dan esperanza para acceder a las memorias del Gran Olvido.

En el gráfico de arriba observamos una secuencia de colores que contempla, en la medida que avanzamos hacia la derecha, la conciencia integrada representando cada una un color. En la medida que avanzamos hacia la derecha, la conciencia es más integrada y por lo tanto, cada color está representado por un meme, el cual es un estadio básico de desarrollo de la conciencia.

En opinión de Beck y Cowan, los memes (o estadios) no son niveles rígidos, sino olas fluidas, solapadas e interrelacionadas que dan lugar a la compleja dinámica espiral del desarrollo de la conciencia. Como dice Beck: ”la espiral no es simétrica sino muy compleja y no evidencia tanto tipos definidos como mezclas muy diversas. Se trata, más bien, de mosaicos, redes y combinaciones”. (ver dinámicas en espiral, D Beck y C Cowan, el trabajo de C. Graves, el trabajo de Ken Wilber; ver Reinventing the Organizations de F. Laloux)

Desde la perspectiva del comportamiento de cómo hacemos las cosas, existe una manera tradicional, convencional de realizarlas, representada por procesos lineales cercanos al límite de la ley (cumpliendo la ley) que tienen como resultado un producto o servicio y basura, algunos lo llaman “business as usual” o la manera típica de hacer las cosas. Utiliza una cantidad alta de energía y basa su accionar en la rentabilidad económica. Esta estrategia de hacer las cosas contempla los patrones que podemos decir que nos conducen a lo degenerativo. Están basados en la percepción de separación donde la naturaleza está disponible para servir al ser humano y hacia donde se devuelven los excedentes del proceso. El poder/sobre se manifiesta en el pensamiento lineal, en el afán de reducir costos y maximizar utilidades, incorporando la reducción de costos pagada por el medio ambiente, las futuras generaciones y la mano de obra barata o esclava que hoy asciendo a unos doscientos millones de personas.

Luego aparece una manera ecológica o verde de realizar las cosas, que es un poco más eficiente, representada por una conciencia un poco más integrada, estrategia sobreutilizada para desde el marketing sacar una ventaja competitiva frente a la competencia. Se utiliza menos energía sin embargo sigue siendo deficitaria dado el estado de sobrecarga a nivel ecosistémico, social e individual en el que estamos.

Luego llegamos al manoseado concepto de sustentabilidad, el cual desde la teoría llama a la mejora del bienestar de la población sin comprometer la calidad de vida de futuras generaciones, lo que la pone en un lugar relevante al momento de revisar comportamientos. Utiliza menos energía, es más eficiente que el estado anterior ecológico. En la práctica la sustentabilidad ha ido por el concepto del equilibrio del daño, entonces el daño que produzco en mis procesos lo equilibro para neutralizar el daño, independiente de la estrategia que utilizo para ese equilibrio. Hay mucha gente que trabaja con el concepto teórico de sustentabilidad genuina que merecen todo el respeto.

Sin embargo, para muchos pareciera que llegó el tiempo en el cual se hace necesario construir nuevos conceptos que hagan sentido colectivo para impulsar un nuevo comportamiento más allá de la sustentabilidad.

Es así como aparece el concepto de restaurativo, cuyos procesos utilizan menos energía y dejan un balance positivo en el ambiente donde ocurre el proceso, no necesariamente un balance sistémico. Esto es necesario pero no suficiente para modificar el daño acumulado en la sobrecarga de los límites planetarios. En este comportamiento aparecen estrategias económicas como la economía circular, la economía ecológica, la economía azul, etc.

Entonces emerge el concepto de regenerativo, que siguen en la línea de menor utilización de energía pero se le agrega una dimensión que para mi es relevante para nuestros tiempos de volatilidad, confusión y complejidad. Tiene que ver con una nueva identificación, con recordar desde donde venimos, con reencantarnos con el mundo natural, con ser naturaleza al momento de tomar decisiones, con reconstruir una cultura de ganar, ganar, ganar (individual, social, y ecosistémico), tiene que ver con una modificación paradigmática, con una transformación desde el aprendizaje, tiene que ver con el hacer sentido colectivamente, con la construcción colectiva de significado y con el mantener esa filiación con el mundo natural. Tiene que ver con volver a la percepción de la total interconexión e interdependencia de todo, a la no separación; al restablecimiento de la confianza como comportamiento subyacente y a abrirnos a la vulnerabilidad como un comienzo para restaurar la supresión de lo femenino.

Algunos hablan de un estado intermedio que llaman reconciliatorio. Es un concepto interesante para describir una estrategia para el cambio a un nivel más profundo, al nivel de las conversaciones que son necesarias abrir.

“Lo que necesitamos es enamorarnos del mundo natural de nuevo” como diría Peter Senge, al conversar de como dejar de intervenir las zonas sobresaturadas y regenerar sistémicamente los ecosistemas naturales y humanos como estrategia de regeneración. Reconectar con el ritual y la ceremonia que hacía a nuestros ancestros permanentemente recordar a dónde pertenecemos y que somos una manifestación de la naturaleza teniendo una experiencia humana. Esa identificación es la que nos hará suspender el desarrollo de patrones degenerativos y sumarnos a lo regenerativo. Aparece aquí desde la perspectiva económica, lo que Charles Eisenstein llama la economía sagrada (Sacred Economics: Money, Gift and Society in the age of Transition), cuya síntesis podríamos decir que es: Para construir una nueva visión de economía no es en absoluto suficiente mejorar las metas e intenciones de nuestro sistema y comportamiento humano, y mantener las metodologías subyacentes para alcanzar un mejor sistema. En este ensayo intento remover el contexto cultural -y organización neuronal inconsciente- de la separación. Solo al remover este contexto es posible verdaderamente abrir el espacio para una nueva manera de pensar la economía, desde un nuevo arreglo neuronal o narrativa del inter-ser. Para lograr este objetivo, propongo una mirada del pensamiento económico convencional donde éste no tiene fallas éticas ni de inteligencia, sino que no es más que un reflejo de la concepción del ser separado (resumen de revista Polis).

La regeneración necesita transformación. Transformar la percepción de separación en no separación o interser, la percepción del poder/sobre en poder/con, la percepción de miedo en confianza, la supresión de lo femenino en equilibrio de energías masculina y femenina, apertura a la creatividad y vulnerabilidad.

¿Cómo nos transformamos desde el aprendizaje?

Desde la perspectiva del aprendizaje, como podemos esperar aprendizaje y transformación en los adultos? Por ahí por los años 30, uno de los líderes en norteamérica que establecieron la educación adulta como un campo profesional, Eduard Lindeman, definía su ideal como: “una empresa cooperativa en aprendizaje informal no autoritario, cuyo propósito base es descubrir el significado de la experiencia; una búsqueda de la mente que excava hacia las raíces de los preconceptos que formulan nuestra conducta; una técnica de aprendizaje para adultos que hace a la educación coincidente con la vida y por lo tanto eleva la vida misma al nivel de una experiencia de aventura…” Las teorías de aprendizaje transformativo proveen una fundación para ideales como este al explicar las dinámicas de aprendizaje que se incorporan al excavar en las raíces de nuestras creencias y preconceptos y, como resultado de esto, cambia la manera de como construimos significado de la experiencia, como diría Jack Mezirow (Transformative Dimensions of Adult Learning)

La profundidad del aprendizaje la podemos identificar a nivel de cognición, de metacognición o de aprendizaje transformativo o aprendizaje epistémico, lo que implica la transformación a nivel paradigmático.

Esto significa que la necesidad real de aprendizaje para poder generar un proceso o diseño regenerativo a nivel masivo, implica el trabajo de aprendizaje a nivel epistémico, a nivel transformativo recordando los paradigmas regenerativos que nos permitieron vivir durante miles de años bajo patrones de unidad, equilibrio y colaboración.

Desde ser eficientes en el camino de hacer las cosas mejor, pasamos a un segundo nivel de profundidad que tiene que ver con el examinar nuestras reencias y desde ahí poder hacer cosas mejores; el nivel de profundidad que nos interesa es el que sigue, incorpora un trabajo a nivel de paradigmático, es decir que incluya corazón, cabeza y manos, sus tres dimensiones, éticas, ideas y prácticas, lo que produce transformarnos al ver las cosas diferente. Al hacer consciente estas manifestaciones cognitivas más profundas nos abrimos al verdadero cambio, a la verdadera transformación desde el aprendizaje, un proceso que cuando se produce a ese nivel, es sin retorno, es como cuando uno aprende un nuevo idioma…. Es inevitable entenderlo!

El Sueño del Peumo

El terreno donde se está ejecutando el proyecto que partí comentando, un proyecto de desarrollo comunitario, estrategias de aprendizaje y diseño regenerativo, tiene flora nativa y varios peumos adultos dentro de él. Volviendo a la experiencia con el participante de la organización, que me sorprendió, en medio de una planificación alrededor del proyecto dijo: “me gustaría que durante toda la vida de este proyecto, nos abramos a escuchar el sueño del peumo, escuchar su voz discreta, amorosa y profunda”…. No pude evitar la emoción de sentir que estamos recordando, haciendo desvanecer las nieblas del Gran Olvido, ese olvido que está lleno de memoria.

Cómo aprendemos a ser naturaleza y actuar desde ahí? Cómo hacemos para incorporar la no separación o interser en nuestra visión del mundo y la integramos en nuestros proyectos?

Cómo fomentamos el compartir nuestros sueños y el trabajo colaborativo como estrategia para acelerar la necesidad de transformación y construcción de culturas locales? Cómo suspendemos las maneras patriarcales que tenemos para abrirnos a reconocer el poder de la vulnerabilidad y de lo femenino en estos tiempos de cambios profundos y complejidad en aumento?

Cómo reaprendemos a aprender? Cómo escuchamos la voz profunda, amorosa y discreta del sueño del peumo?

Otras publicaciones...

Cuando pienso en las causas raiz de lo que nos ha llevado a estas crisis sistémicas que experimentamos, una y otra vez aparece la profunda desvinculación entre ser humano y naturaleza.
El gran camino al encuentro de nuevos valores radica en la experiencia de unidad. La experiencia humana es una experiencia integrada; la mente y de muchas maneras la consciencia son una condición repartida entre cerebro, cuerpo, contextos inmediatos y herramientas más usadas.
Seremos testigos en los próximos años en la Tierra, de la mayor velocidad de cambios que cualquier generación humana haya visto. Nuestra civilización está atravesando por un umbral, un cambio fundamental de nuestra visión del mundo en cuanto a nuestra relación con la naturaleza, nuestra relación con el otro y nuestra relación con nosotros mismos.